Tengo en una caja guardado un gran cúmulo de trastos sin sentido, un manojo de cosas que para el resto de la humanidad deben resultar completamente absurdas, pero que para mí tienen un significado sumamente profundo. En ella puedes encontrar de todo: una lista de la compra, un planning de estudio para exámenes finales, cartas y fotos, por supuesto, muchas fotos, hojas de apuntes en sucio, entradas a conciertos, servilletas de restaurantes, una máscara de disfraces, billetes de tren, tickets de regalos comprados, y devueltos, recortes de periódicos y revistas, juguetes, paquetes de chicles, pulseras, recetas de cocina...
Un montón de absoluta porquería que mi madre no dudaría en coger y tirar a la basura, pero que yo guardo con empeño. Un montón de absoluta porquería inservible, no me cabe duda. Pero cuando me pongo a rebuscar entre ella, me transporta a esos pequeños momentos que con solo recordar hacen que sientas un escalofrío de pies a cabeza y una mezcla entre nostalgia y felicidad que no sabes muy bien si vas a echarte a reír o llorar...
Wednesday, April 15, 2015
Wednesday, January 21, 2015
Disfraz Buzz Lightyear
Después de la foto que subí en verano a mi instagram (@elisaserranot) disfrazada de Buzz Lightyear, recibí y sigo recibiendo muchos correos o mensajes preguntándome cómo lo hice, y como no tengo ni idea porque el disfraz me lo prestó mi amiga
Belén (@bbelenvillar), toda una manitas, al contrario que yo, le pregunté a ella cómo lo hizo exactamente para poder explicároslo lo
mejor posible. Así que os describo más o menos los
diferentes componentes del disfraz:
La falda: es
simplemente una tela comprada al gusto y cosida a medida, en la cintura lleva
una goma para que quede sujeta, aunque luego el cinturón la agarra mejor.
El cinturón: Belén no recuerda
exactamente el nombre del material que empleó, pero era la lámina plateada con una
especie de goma espuma debajo. La cortó con la forma que quería y con la medida
de la cintura y por detrás para abrochar el cinturón puso velcro. Y a parte, yo
no me los puse porque daban mucho calor y era verano, pero Belén también hizo
unos brazaletes que ocupaban el antebrazo (de la muñeca al codo) del mismo
material y que también se cerraban con velcro.
El “babero” y las insignias de los brazos: para todos los
complementos empleó goma eva. Simplemente recortó cada pieza del color que le
interesaba fijándose siempre en fotografías de Buzz Lightyear y las pegó con un
pegamento adecuado para este tipo de material. Y escribió con rotulador las
palabras y demás cosas en negro, como podéis apreciar en la foto que he puesto del “babero”. Ella
cosió las insignias a las mangas de un maillot blanco, también puede ser una
camiseta de manga larga o un jersey si hace frío. Y el “babero” lo enganchó con velcro a los hombros, es decir, pegó la parte correspondiente del velcro en los
hombros del maillot y en los extremos del “babero”. Yo directamente lo cosí a
mi camiseta.
Las alas: es la pieza por la que más me
habéis preguntado y la que os llevará más tiempo por ser la más elaborada. Me
resulta un poco complicado explicar por escrito de manera clara cómo hacerlas, porque en
realidad es bastante sencillo. Los materiales que empleó son cartulina de
grosor doble, goma eva, dos gomas o tiras elásticas blancas y alambre. En primer lugar cortó dos
cartulinas con la forma de las alas y las pegó. Inciso: para mantener la forma
de las alas más rígida, Belén pegó un alambre en la parte inferior que se puede
apreciar en mi foto, pero lo ideal es que lo peguéis por dentro entre las dos
cartulinas para que no se vea, un alambre pegado al borde inferior y otro al
borde superior, del mismo largo que las alas (que calculo que medían 1 metro
más o menos, pero no tengo ni idea). En segundo lugar, recortó con goma eva
todas las piezas que necesitaba, fijándose siempre en cómo son las de Buzz
Lightyear, que básicamente son la mitad lila, la tira verde del centro, y los
trocitos blancos y rojos de arriba, los rojos los adornó con purpurina. En la
foto de las alas por separado veis la parte central que queda hacia fuera, que es diferente, la
de dentro podéis dejarla toda igual. Por último, para poder ponértelas, en la parte central
interior de las alas cosió dos gomas elásticas para meterte una por cada brazo
a modo de asas de mochila (se aprecian por debajo en la foto de las alas). Y listo. Otra opción para hacer las alas de
manera más sencilla es coger un cartón normal, cortarlo con la forma de las
alas y pintarlo. Otras amigas lo hicieron así y también les quedó bien.
Espero que os sirva de algo!
Thursday, September 4, 2014
Podrías haber sido como alguien cualquiera, pero no, eso nunca entró entre tus planes.
No estabas el día de mi cumpleaños con un ramo de rosas esperando desde hacía horas en la puerta de mi facultad, no. Tú llevabas una maceta, de rosas, eso sí, porque no se te había ocurrido pensar en la floristería de al lado de tu casa, y eso era lo más próximo a mi soñado ramo de rosas que habías encontrado, Dios sabe donde. Y por supuesto, cómo no, llegabas tarde.
Todo te salía al revés, pero qué le vamos a hacer, supongo que los planetas se alinearon y decidieron que las cosas fuesen de esa manera, y hasta tenía su encanto.
Sabías de sobra qué era aquello que más deseaba y te empeñaste en que nunca se hiciera realidad. Y aun así, la que se empeñó fui yo, en seguir queriéndote a mi lado.
Aunque me temo que de esperanzas no se vive, ni de mentiras, ni con dolor. Un ratito puede, pero no una eternidad.
Somos cabezotas hasta la saciedad, y no sé qué o quién nos hizo creer que con todas nuestras armas y buena voluntad podríamos cambiar a las personas, pero yo me lo creí de principio a fin. Y ahí estuve, agotando todas mis fuerzas, sin cansarme de gastar intentos, esperando a que un milagro sucediera. Y quizá no ha sido tan duro como esperaba asumir que es cierto que no existen.
Tanto esfuerzo no recompensado algún día tenía que cesar, que el amor incondicional es precioso, de eso no cabe duda. Pero aunque no sea recíproco (y mira que mi padre un día me dijo: lo que sea, pero que sea recrípoco), por lo menos que sea valorado, si no, acabas con un manojo de contradicciones, un corazón hecho añicos y un conflicto interior de emociones que no hay especialista capaz de sanarlo.
Así que nunca es tarde para dejar de lado tanto amor incondicional y empezar a usar un poco de eso que llaman "amor propio". Y tampoco lo es para aprender de una puñetera vez a quién querer y a quién dejar pasar de largo. Aunque pensándolo mejor, dudo que esto último pueda aprenderse...
Sin darnos cuenta, llegará un día en el que estaremos dando gracias a quien tengamos que dárselas por la persona que ha puesto a nuestro lado y nos cercioraremos por fin de la importante y única entendible función que tiene la gente mala en el mundo: ayudarte a valorar mucho más a la gente buena. Hasta entonces, estará en nuestras manos dejar de infravalorar nuestra capacidad de elección y actuar. Porque no es sano esmerarte en soportar lo insoportable, tratando de cambiar lo incambiable, porque las personas son, y nada podemos hacer contra ello.
Así que, de mi parte, después de tantos atardeceres en compañía y de tantas noches de soledad. De los regalos que se quedaron en el altillo y de los detalles que sí merecieron la pena. De los gintonics compartidos. De la cantidad de horas muertas, que nunca quise que acabaran, y de los días fríos interminables. De las risas y los bailes improvisados. De las largas conversaciones que agotaron todos los temas abarcables y de tantas horas de silencio. De fallar cuando más hacías falta y de aparecer cuando nadie te había llamado. De contar estrellas juntos, o lunares, quién sabe, a mí todas las marcas de tu cuerpo me parecían una constelación. De las canciones con vida propia, de nuestro 'Copenhague' particular. De convertir cobertizos en paraísos. De paseos con helado de sabor amargo. De las lágrimas correteando por nuestras mejillas, unas de alegría, muchas otras no. De montones de porquería acumulada y de minutos de gloria que valían más que todo el oro del mundo.
Después de tanto y a la vez tan poco, sólo puedo decirte que cojo mis maletas (cargadas de lluvia, como diría Sabina), y me largo. Ni lejos ni cerca, porque no voy a ningún lado. Me largo de donde me he quedado estancada durante tanto tiempo. A la vuelta de la esquina, quizá. Pero me largo.
No estabas el día de mi cumpleaños con un ramo de rosas esperando desde hacía horas en la puerta de mi facultad, no. Tú llevabas una maceta, de rosas, eso sí, porque no se te había ocurrido pensar en la floristería de al lado de tu casa, y eso era lo más próximo a mi soñado ramo de rosas que habías encontrado, Dios sabe donde. Y por supuesto, cómo no, llegabas tarde.
Todo te salía al revés, pero qué le vamos a hacer, supongo que los planetas se alinearon y decidieron que las cosas fuesen de esa manera, y hasta tenía su encanto.
Sabías de sobra qué era aquello que más deseaba y te empeñaste en que nunca se hiciera realidad. Y aun así, la que se empeñó fui yo, en seguir queriéndote a mi lado.
Aunque me temo que de esperanzas no se vive, ni de mentiras, ni con dolor. Un ratito puede, pero no una eternidad.
Somos cabezotas hasta la saciedad, y no sé qué o quién nos hizo creer que con todas nuestras armas y buena voluntad podríamos cambiar a las personas, pero yo me lo creí de principio a fin. Y ahí estuve, agotando todas mis fuerzas, sin cansarme de gastar intentos, esperando a que un milagro sucediera. Y quizá no ha sido tan duro como esperaba asumir que es cierto que no existen.
Tanto esfuerzo no recompensado algún día tenía que cesar, que el amor incondicional es precioso, de eso no cabe duda. Pero aunque no sea recíproco (y mira que mi padre un día me dijo: lo que sea, pero que sea recrípoco), por lo menos que sea valorado, si no, acabas con un manojo de contradicciones, un corazón hecho añicos y un conflicto interior de emociones que no hay especialista capaz de sanarlo.
Así que nunca es tarde para dejar de lado tanto amor incondicional y empezar a usar un poco de eso que llaman "amor propio". Y tampoco lo es para aprender de una puñetera vez a quién querer y a quién dejar pasar de largo. Aunque pensándolo mejor, dudo que esto último pueda aprenderse...
Sin darnos cuenta, llegará un día en el que estaremos dando gracias a quien tengamos que dárselas por la persona que ha puesto a nuestro lado y nos cercioraremos por fin de la importante y única entendible función que tiene la gente mala en el mundo: ayudarte a valorar mucho más a la gente buena. Hasta entonces, estará en nuestras manos dejar de infravalorar nuestra capacidad de elección y actuar. Porque no es sano esmerarte en soportar lo insoportable, tratando de cambiar lo incambiable, porque las personas son, y nada podemos hacer contra ello.
Así que, de mi parte, después de tantos atardeceres en compañía y de tantas noches de soledad. De los regalos que se quedaron en el altillo y de los detalles que sí merecieron la pena. De los gintonics compartidos. De la cantidad de horas muertas, que nunca quise que acabaran, y de los días fríos interminables. De las risas y los bailes improvisados. De las largas conversaciones que agotaron todos los temas abarcables y de tantas horas de silencio. De fallar cuando más hacías falta y de aparecer cuando nadie te había llamado. De contar estrellas juntos, o lunares, quién sabe, a mí todas las marcas de tu cuerpo me parecían una constelación. De las canciones con vida propia, de nuestro 'Copenhague' particular. De convertir cobertizos en paraísos. De paseos con helado de sabor amargo. De las lágrimas correteando por nuestras mejillas, unas de alegría, muchas otras no. De montones de porquería acumulada y de minutos de gloria que valían más que todo el oro del mundo.
Después de tanto y a la vez tan poco, sólo puedo decirte que cojo mis maletas (cargadas de lluvia, como diría Sabina), y me largo. Ni lejos ni cerca, porque no voy a ningún lado. Me largo de donde me he quedado estancada durante tanto tiempo. A la vuelta de la esquina, quizá. Pero me largo.
Thursday, March 6, 2014
Estabas allí. Delante. Enfrente de mí. Todos esos días. Todas esas horas. Y yo no veía nada. Odiaba estar donde estaba. Deseaba salir. Huir. Me pasaba la vida buscando algo. Buscándote, quizás. Y tú, mientras... delante. Con una tremenda tranquilidad que te hacía invisible a mis ojos.
Ahora esa canción me recuerda a ti. Y esa otra también. Y alguna más, seguramente. Y dentro de un par de años, cuando suenen repentinamente en mi reproductor de música, me vendrá tu rostro a la cabeza sin poderlo evitar. No me queda otra, me las has enseñado tú. Y llevan tu nombre escrito.
También me has enseñado otras muchas cosas. Quién te lo iba a decir, ¿eh?... Que enseñarías a esa chica que siempre llegaba tarde y que no te veía, que no todo es tan negro como parece. Que siempre quedarán motivos por los que sonreír. Que seguirán habiendo canciones que te partan en dos. Que hay un mundo lleno de gente extraordinaria por descubrir. Que el sol sigue quemando incluso cuando ya se ha escondido.
Pero como no era de extrañar, en cuanto empecé a verte con claridad, y supe que estabas ahí, que habías estado todo este tiempo, saliste corriendo.
Y ahora ya no te veo. Ya no sé dónde estás. Sé que existes. Pero ya no te busco...
Thursday, October 17, 2013
Me he sentido ridícula, estúpida, pesada e incluso humillada. Pero también satisfecha, contenta, tranquila y orgullosa. Y sobre todo, feliz. Me he llevado grandes decepciones. Pero a ellas siempre hay que tenerlas en cuenta, a las decepciones. Me he guiado por mis impulsos, unas veces me ha salido bien y otras muy muy mal. Siempre he tratado de hacer lo que he querido.
Dejar la pereza, la vergüenza, el qué dirán o el qué será de mí después, cuesta mucho. Pero no hay nada peor que la sensación de quedarte con las ganas de haber hecho algo, o mejor dicho, de arrepentirte de no haberlo hecho.
Los "y si..." que no hiciste en un pasado rondan por tu cabeza como cuchillos penetrando poco a poco por tu espalda. Nadie sabe qué tiempo tiene, nadie sabe qué le deparará el futuro. Así que, seas quien seas, tengas lo que tengas en mente, hazlo. Si te ilusiona y entusiasma, no dejes que nada te eche para atrás. Hazlo, por ti, por mí, por él, por ella. Búscate la excusa más absurda, pero hazlo. Si quieres te dejo tirar de mi "pero si te vas a morir igual". Parece tontería, pero párate a pensarlo un poco. Asusta y... es cierto.
Cuando somos jóvenes tendemos a sentirnos eternos. Vemos muy lejos llegar al momento de nuestra vida en el que lo que toca es irte a trabajar, sacar a tu familia adelante. Más tarde ser abuelo, o abuela. Y luego, morir. Ridículamente tendemos a pensar que nuestra vida será así. Cuando ni siquiera todos llegaremos a ver corretear a nuestros nietos por el típico jardín de casa que siempre hemos soñado. No quiero deprimiros, pero tampoco nos vamos a engañar.
Hay algo que quienes me importan, muchas veces han destacado de mí: y es que siempre, absolutamente siempre, me salgo con la mía. Vale... casi siempre. Y os prometo que no hay nada que te haga sentir mejor. No pierdes nada por intentarlo una vez más, no pierdes nada por insistir una vez más. Y es algo que me gustaría que que quedase grabado en vuestra mente.
Disfrutad del momento. Es una frase simple, consta de tres palabras, es muy fácil de pronunciar. Pero si realmente tratas de llevarla a cabo, verás que tiene una cara un tanto complicada. Aparca las superficialidades, olvida el resto del mundo y céntrate en ti y en lo que quieres. Y por favor, hazlo. Haz lo que quieres hacer.
No os habla la voz de la sabiduría, ni de la experiencia. Bueno, quizá de la experiencia un poco, pero quiero pensar que nada comparado con lo que me queda.
Y lo repito, seguramente te darás con un canto en los dientes, seguramente pasarás noches llorando en silencio, seguramente te sentirás infravalorado y seguramente te sentirás la persona más estúpida del planeta por haberlo hecho. Pero en ningún caso serás ni el primer ni el último corazón partido, ni la primera ni última alma decepcionada. Así que a pesar de todo, hazlo. No dejes pasar desapercibido por la vida de alguien que significa algo para ti. Porque no hay nada mas tranquilizante que tener conciencia de que esa persona ha escuchado por fin todo lo que llevabas tanto tiempo queriendo decirle. No hay nada mas gratificante que haberte decidido a hacer todo aquello que tenías pensado, por absurdo que fuese. Y sobre todo, no hay nada mas hermoso que disfrutar, después de tanta duda e indecisión, del resultado de tus actos.
Así que por ti y por tus maravillosos impulsos, que a veces pueden parecer al resto del mundo de estar loco perdido, deja brotar todas tus buenas intenciones, todas tus buenas palabras. No te lleves a la tumba nada sin decir, ni cosas por hacer. Te arrepentirás, y para entonces, ya no podrás hacer nada.
Pero, si me estás leyendo, estás a tiempo.
Thursday, February 21, 2013
Estaba deseando empezar mi nueva vida, una nueva vida en la que gracias a dios he conocido a personas maravillosas. Y en la que no se quién ni por qué decidió que aparecieras tú. Lo cierto es que fuiste un añadido que me dio un gran motivo más por el que abrir los ojos cada mañana. Y es que no sé cuándo ni cómo decidí que necesitaba a alguien a mi lado para ser feliz. No sé en qué momento me convencí de que sin la compañía de un hombre no me iba a sentir completamente 'llena'. Y si te digo que me acostaba todas las noches dando gracias por tenerte, creételo porque fue así desde el principio.
Había un enorme vacío en mí que comenzaste a rellenar a un ritmo increíblemente acelerado, que muy pronto cesó y volvió a disminuir. Fuiste tú quien me devolvió la ilusión y a quien quise atarme para no separarme en mucho tiempo.
Supongo que no entiendes lo que has sido para mí, a pesar de todo.
No entiendes lo que necesitaba todo el cariño que tú me has dado. Lo que necesitaba tus mimos, estar entre los brazos de alguien, y pensé, que por fortuna, en los tuyos. Y de fortuna nada, por desgracia.
Lo único que realmente sé de ti, no es que no sepas tratar a una mujer ni a alguien que te quiere, es que no tienes ni idea de tratar a una persona. Hacer daño ha sido tu pasatiempo favorito, ya fuese intencionadamente o no. Ver como cada vez me rompías un poquito más por dentro, dejar que me hundiese hasta el fondo, sin haber tenido ni una vez la intención de salvarme.
No sé por qué te he querido, y no solo eso, te he querido como hacía tiempo que no quería a nadie, he sentido de nuevo cosas que ya había olvidado. Ya ves... he llegado a pensar que el mundo es un poco menos malo porque existes.
Lo ridícula y decepcionada que me siento imagino que no hay cuerpo que pueda soportarlo.
Pero aquí estoy una vez más en la historia de mi vida preguntándome qué hice tan mal para merecerme esto. Intentando comprender cómo a alguien a quien se lo he querido dar todo me ha despreciado y humillado de tal forma.
A veces pienso que ha sido tu cobarde manera de desprenderte de mí por ser incapaz de decirme un "adiós" en condiciones. Me has machacado sin cesar hasta conseguir que yo misma decidiera que no podía soportarlo más.
Pues aquí me tienes, en el punto al que por lo visto ansiabas que llegase. Aquí estoy, con mi almohada empapada en lágrimas, con mi corazón, mis sentimientos y todas mis buenas intenciones hechas pedacitos, acojonada por si alguien aparece en mi vida y vuelve a hacer lo que has hecho tú. Muerta de pánico por si continúo desprendiendo y dando amor a quien no se lo merece sin saberlo. Gracias, porque de algún modo creo que me has hecho ser más fuerte, y es lo que realmente necesito.
No sé con qué quedarme de estos últimos meses, no sé que guardar para el recuerdo, no sé que ha quedado de ti. No sé quién eres, ni qué ha sido esto. Y desearía que no fuese así. Me abraza una gran tristeza que lleva tu nombre...
Gracias, también, por los pequeños momentos de gloria que me has dado. Tengo no sé si la tremenda virtud o el enorme defecto de tender a aferrarme a lo bueno que haya habido, por escaso que sea. Y desde luego, ha sido muy poco, pero no por ello lo olvido... Sabes que eres diminuto pero lo que despertaste en mí es muy grande.
Wednesday, December 5, 2012
A las 2:39 la felicidad ha llamado a mi puerta. No podía creer que fuese ella la que me hablaba al otro lado del telefonillo. No podía creer que fuese ella la que estaba ahí de pie, plantada, entre la oscuridad, cuando he abierto la puerta. La he dejado entrar pensando que de alguna manera la convencería para que se quedase conmigo. No he podido.
Nunca más me volveré a acostar ansiando despertar porque ella viene a visitarme. O puede que sí. Pero ella será de otra forma y otro color, con otro olor y otra sonrisa. Con otra voz. Y lo único que deseo es que eso no ocurra. La quiero en el formato que la poseo ahora, o al menos poseía hasta hace escasos minutos. Y no me apetece tener que hacer un mar de lágrimas cada vez que suenan todas esas canciones, que no son pocas, que llevan su nombre. Ese nombre… el de mi felicidad.
No hay nada más horrible que verla marcharse, escuchar cada paso que avanza dándote la espalda, en dirección contraria a ti, alejándose poco a poco, y dándole igual el enorme vacío que deja tras su ida. Y no hay nada más humillante y doloroso que escucharla decir con esa frialdad que ya no volverás a verla. Supongo que todos los finales tienen que ser fríos, y un poquito crueles, sino, no son finales. A las 4:47 la he visto por última vez. Y no me gusta a qué sabe la tristeza que la ha sustituido, si al menos pudiese apreciarla o tocarla, pero ni siquiera eso. Viene sin ser llamada y encima se atreve a reemplazar un puesto irreemplazable. Y se me hace un nudo en el estómago y algo que duele me aprieta fuerte en el pecho cada vez que imagino que quizá ahora otra persona se haga dueña de la que hasta el momento era mi felicidad, y no sepa disfrutarla. No sepa apreciar lo bonita y dulce que es.
Y en lo único que no puedo dejar de pensar es en cómo se reía, y en cómo me envolvía en un suave enorme lazo de ternura que transformaba las horas en segundos, haciéndome creer que nada malo podía suceder si ella estaba a mi lado. Y lo único que anhelo es volvérmela a cruzar y que ese espectáculo de fuegos artificiales se vuelva a producir dentro de mí. Y lo único que puedo decirle es "gracias". Y a ti, te suplico, seas quien seas, que jamás a nadie vuelvas a poner tan delicioso regalo entre las manos, si cuando sin merecerlo y repentinamente, se lo vas a arrebatar.
Querida felicidad… no te olvides de mí, siempre seguirás siendo bienvenida a casa.
Monday, December 3, 2012
Me he dado cuenta de que quiero hacer muchas cosas, de que quiero tener una vida llena de experiencias y vivencias, de que quiero alcanzar grandes metas, de que quiero triunfar en lo que quiera que sea, y de que soy una ambiciosa en cuanto a lo que es soñar y fantasear, pero luego realmente a la práctica no llevo nada. Está muy bien querer ser y aspirar a lo mejor en algo, pero si no haces una puta mierda por ello, no va a aparecer alguien que lo haga por ti y te pase la recompensa.
Creo que ya basta de tanta holgazanería, pereza y vagancia. Creo que llevo mucho tiempo haciendo nada más que lo que me sale de los cojones, abriendo la boca solo para pedir y quejarme, como diría mi mamá, y teniendo casi siempre lo que quiero sin ningún esfuerzo. No me gusta eso, no me siento realizada. Me empeño en decir que soy inmensamente feliz, y a veces recapacito y creo que tan solo se trata de una felicidad camuflada. Realmente hago muy pocas cosas de las que de verdad quisiera hacer, realmente no he hecho absolutamente nada en mi vida de todo lo que me gustaría. Con pequeñas excepciones.
A veces le miro a él y me quedo pensando en la enorme envidia que me da. Y no hay cosa que más deteste que envidiar algo de alguien, pero no puedo remediarlo. Envidio como debe sentirse por dentro al mirar atrás. Siempre con notas excelentes, siempre potenciando al máximo su capacidad, siempre obteniendo lo mejor, siempre haciendo, supongo, lo que ha querido. Le envidio nadie sabe cuanto. Envidio que estudie medicina. Sin darse cuenta, supone una gran inspiración y motivación para mí. Envidio la tranquilidad con la que debe pensar que su vida ha sido durante todos los años hasta el momento algo que ha merecido la pena, algo provechoso. Y me da pena que quizá no se dé cuenta de la cantidad de buenas cualidades y virtudes que posee que le hacen ser una persona extraordinaria y envidiable. Quizá no sea envidia, más bien le admiro. Envidiar y admirar son dos acciones que se parecen mucho más de lo que pensamos.
Nos dan una vida y no más, solo tenemos una vida para llevar a cabo todo aquello con lo que soñamos, para intentar dejar ese granito de arena en el recuerdo de alguien, o de muchos, cuando nos toque marchamos, y creo que a mis 19 años de edad, y siendo una tan apasionada amante de la vida, lo único que he hecho ha sido desaprovechar horas, días, meses y años, y desaprovecharme a mí misma también, así que creo que ha llegado el momento de hacer que eso cambie.
Saturday, November 24, 2012
"No empezaré diciendo "Te lo dije", pero te lo dije. Cuando sonó el teléfono y eras tú la que estaba al otro lado ya supe por qué llamabas. No hizo falta que explicases nada, estaba claro. "Dice que ya no le gusto, que no es el momento. Me asegura que no es por mí, que es por él". Pero no, el motivo es que no le importas. Nunca lo has hecho, no te engañes. Suena duro, pero ya es hora de que despiertes, mejor, de que el mundo despierte.
¿Recuerdas aquel primer sobresaliente que sacaste en el colegio, con sudor y lágrimas, y por el cual tu madre te recompensó con una enorme bolsa de caramelos? Cuánto te costó, cuánto tiempo le dedicaste a ese maldito examen de matemáticas y qué feliz fuiste al ver el diez en el borde superior derecho de la hoja. Con tinta roja, ¡cómo olvidarlo! Pues bien, lo recuerdas y lo valoras en su totalidad porque te esforzaste, porque lo quisiste con ganas. Sabías que merecería la pena, aunque solo fuese por el premio que te esperaba al llegar a casa. Lo que ocurre es que ya no deseamos nada tanto como para sudar la camiseta por ello. Nos hemos vuelto conformistas, y tú querida amiga, también.
Los hombres, por algún motivo y en algún momento de la historia inidentificable, determinaron que las mujeres éramos una especie de objetos sin valor capaces de dejarse conquistar sin tan siquiera un mínimo esfuerzo. El problema va un poco más allá ya que hemos sido nosotras las que lo hemos permitido. Prometo que hubo un tiempo,-y no hace tanto como creemos-, en el que un hombre te invitaba a un café simplemente para escucharte, conocerte. Te miraba, no, miento, te admiraba. Abrirte la puerta y encenderte un cigarro era más que suficiente. Se dejaba enamorar por todo lo que decías, y cuando le preguntaban "¿Cómo es ella?" le faltaba tiempo para describirte. Ahora raro es el que utiliza más de tres adjetivos (empleando siempre el "está buena", como si hablasen de la carne asada que prepara su abuela). Pero claro, nos lo hemos ganado a pulso, lo tenemos merecido por desvalorizarnos dándole más importancia a llevar la falda corta que a nuestra propia dignidad.
Lo que me resulta más paradójico es que las mujeres contemporáneas se rebelaron a las sumisas del pasado con el deseo de cambiar el mundo. Lucharon por el voto, el acceso a la universidad y el reconocimiento en nuestro trabajo. La cuestión es que hemos querido ser tan iguales que se nos ha olvidado que no lo somos. Hemos matado a nuestra feminidad, cualidad distintiva e inquebrantable, y hemos pecado de cobardes. Una vez más nos ha faltado carácter. Lo justificaremos diciendo que no hay nada que podamos hacer, que somos hijas de nuestro tiempo, pero si ese es el argumento que vais a utilizar, yo me independizo."
El texto a parte de ser tremendo, es de una chica que se llama Cristina que va a la uni de mi compañera de piso.
Monday, November 12, 2012
Depósitos a rebosar de amor y ternura aguardan perdidos en algún lugar del mundo.
Alguien alguna vez los ha encontrado y ha robado una pizca, otros han pasado de largo, unos pocos se han llevado grandes cantidades y alguno que otro ha cogido un puñado para simplemente repartirlo.
Yo, no sé cómo ni cuándo llegué allí, pero soy gilipollas, me timaron y me bebí un bidón entero.
Ahora ando drogada de amor. Si se pudiera materializar todo lo que invisiblemente desprendo, sin duda caminaría rodeada constantemente de una aureola color rosa chicle, con muchas nubecitas de algodón y ositos de peluche. Resumiendo, una auténtica mariconada.
Pero de eso nos aprovechamos los de mi especie, y es que, por suerte, los sentimientos son abstractos. Imaginad que putada si fuesen de otra manera.
A veces me planteo si soy la única boba que picó en la trampa. Si soy la única que inconscientemente sigue confiando en el eterno lado bueno y tierno de las personas.
Y es que parece que ahora eso no es lo que se lleva. ¿No? Cuanto más hijo puta eres, mejor. O eso me han dicho los actos que realizáis a diario, que por si no lo sabíais, tienen boca. Saben hablar por sí solos.
Ahora lo que está de moda es pasar por un mercadillo, agarrar la primera armadura resistente que encuentres y encasquetártela a modo de caparazón permanente. Una armadura que satisfaga el sentiros inmunes a toda gran o pequeña muestra de afecto. Algo que os convierte a la par en seres tan desgraciados como envidiables.
Una armadura no resistente a los golpes y al dolor. O bueno sí, pero no a los golpes y al dolor físico. Una armadura que viene con el regalo extra de un manual para ser un cabronazo de primera. Una joya de elemento al alcance de cualquiera.
Una nueva tendencia que hace que mis queridos depósitos queden en el olvido y acaben pudriéndose.
Una sutil manera de fomentar la 'ley del más fuerte' (porque cuanto menos parezca que sufres o sientes, mejor, ¿no?), con la que lo único que conseguís es terminar degradando y aplastando el lado más bonito de la vida.
Una armadura que se compone de todas las caricias, besos, abrazos, sonrisas, apretujones que acaban casi fundiendo un cuerpo con otro, bonitas palabras y demás empalagosidades, que, yo al menos no sé explicar por qué, en algún momento decidisteis no dar ni decir.
Jamás dejaré de alegrarme de ser una sensiblona incapaz de ocultar lo que siente. Una apasionada de haceros saber todas las cursiladas que pasean por mi cabeza y mi cuerpo hacia cada uno de vosotros. Aunque, siendo franca, en alguna que otra ocasión he deseado poseer una puta armadura de esas.
Pero, no nos sobra tanto tiempo como para andar perdiéndolo en camuflar sentimientos.
Sunday, October 14, 2012
"En una de las muchas entrevistas que le hicieron
tras ganar el Nobel, el gran Vargas Llosa dijo: «Lo más
importante que me ha pasado en la vida ha sido aprender
a leer». Exacto, qué bien dicho. Es una de esas frases sencillas y certeras que iluminan el mundo y te permiten entender mejor tu propia vida. ¿Qué hubiera sido de mí sin
la lectura? No puedo concebirlo: incluso dudo de que siguiera siendo humana. Sin libros, tal vez hubiera sido un
marsupial o un paquidermo, pongo por caso. Quiero decir que me es tan difícil imaginarme sin leer como imaginarme transmutada en hipopótama.
En su precioso libro Letraheridos, la escritora Nuria
Amat propone un juego para literatos: si, por un maldito
capricho del destino, tuvieras que elegir entre no volver
a escribir o no volver a leer nunca más, ¿qué escogerías?
Sin duda se trata de una disyuntiva muy cruel; la mayoría
de los novelistas hemos empezado a escribir de niños y la
escritura forma parte de la estructura básica de nuestra
personalidad. Es una especie de esqueleto exógeno que nos
permite mantenernos de pie; de hecho, creo que muchos
sentimos que, de no escribir, nos volveríamos locos, nos
haríamos pedazos, nos descoseríamos en informes fragmentos. Teniendo en cuenta todo esto, parecería que la respuesta es fácil de deducir, ¿no es así? Pues se equivocan.
He planteado esta interesante cuestión a más de un centenar de autores de diversos países, y sólo he encontrado a dos que hayan escogido seguir escribiendo. Los demás,
yo incluida, hemos elegido sin ninguna duda poder seguir leyendo. Porque la mudez puede acarrear la indecible soledad y el agudo sufrimiento de la locura, pero dejar de leer
es la muerte instantánea. Sería como vivir en un mundo
sin oxígeno.
Siempre me ha dado pena la gente que no lee, y
no ya porque sean más incultos, que sin duda lo son; o
porque estén más indefensos y sean menos libres, que también, sino, sobre todo, porque viven muchísimo menos.
La gran tragedia de los seres humanos es haber venido al
mundo llenos de ansias de vivir y estar condenados a una
existencia efímera. Las vidas son siempre mucho más pequeñas que nuestros sueños; incluso la vida del hombre o
la mujer más grandes es infinitamente más estrecha que
sus deseos. La vida nos aprieta en las axilas, como un traje
mal hecho. Por eso necesitamos leer, e ir al teatro o al cine.
Necesitamos vivirnos a lo ancho en otras existencias, para
compensar la finitud. Y no hay vida virtual más poderosa
ni más hipnotizante que la que nos ofrece la literatura.
De modo que aquellos a quienes no les gusta la lectura sólo serían individuos
que aún no han tenido la suerte de encontrar su precioso
libro-llave personal. Verán, yo creo mucho más en esta predestinación que en la amorosa. En realidad me es bastante difícil confiar en la existencia de una media naranja
sentimental, de un alma gemela que ande pululando por
ahí a la espera de que un día nos tropecemos. Pero en los
libros, ah, eso sí: en los libros sí creo. En el susurro embriagador de las buenas novelas. En las historias que parecen
estar escritas solo para mí.
(...) Creo que, desde los cuatro años, todos
los días he leído algo, siquiera un par de líneas. Los libros
son la presencia más constante de mi existencia. Mi mayor
apoyo. En muchos sentidos, el amor de mi vida."
Rosa Montero
Friday, September 28, 2012
Antes he mirado el móvil y me he quedado embobada contemplando mi fondo de pantalla, una imagen de mi último día en la playa de San Juan, antes de venir aquí. Mi preciada playa, que se despidió regalándome un día nublado y con mucho oleaje, de los que más me gustan a mí. Y es que si algo voy a echar mucho de menos de la ciudad en la que he vivido dieciséis años de vida, es eso, mi querida playa, mi querido mar, la enorme compañía y tranquilidad que me han dado estos últimos meses. Casi me entran ganas de llorar al recordar que en Madrid por mucho que ande nunca podré toparme con ese horizonte azul que a veces se pierde y hasta se confunde con el cielo, ni podré cerrar los ojos y escuchar las olas romper y acercarse paulatinamente a la orilla a saludarme para luego volver a meterse mar adentro, bueno, nunca tampoco, siempre existe la opción de caminar durante más de 450 kilómetros y llegar a la costa, pero creo que es una idea que descarto. Al menos sé que ella esta allí, esperando, que no se va a mover. Ella, mi playa, la que jamás, por más que quiera, va a dejarme de lado. (...)
Saturday, September 22, 2012
(...) Mi cama, sobre la que me encuentro, me recuerda que en ella los más amargos y los más sazonados sentimientos he palpado. Para mi gusto, hay dos partes del día que definen cómo es verdaderamente una persona: justo cuando se despierta y justo cuando se acuesta. Es en esa soledad cuando dejamos emerger con plenitud todos los pensamientos que nos aturullan a diario, constante y disimuladamente. Y es que cuando las personas se encuentran enfrentadas tan solo a su mente, a su cerebro, abrillantan su cara más vulnerable y se tuercen hacia su lado más humano.
Profunda, extrema, grande, maravillosa, indescriptible, inmensa felicidad me imperaba esa mañana de verano que auguraba el comienzo de un día, que a fecha de hoy, resulta, creo que lamentablemente, uno de los más memorables hasta el momento. Cual jovencita en plena edad del pavo permitía que esos nervios y esa ingenua ilusión se apoderasen de mí. Todos juntos esperábamos algo, te esperábamos a ti.
Llevo meses haciendo cosas porque tú me las has dicho, llevo mucho tiempo descubriendo cosas increíbles gracias a ti. Me he enamorado entre comillas de personas porque son similares a ti. Formas parte de mi crecimiento, me acompañas todos los días y nunca estás a mi lado. Haces que el rímel tinte de negro mis mejillas y me ayudas a descubrir todo lo que desconocía que se podía llegar a sentir. Despiertas un sentimiento de protección agarrado de la mano a una gran impotencia que ya no aguantaban más y demasiado han tardado en estallar.
No sé como son las declaraciones de amor, sólo las he visto en las películas, y me parecen bastante ñoñas, y cursis, y cutres. No sé qué es esto.
A mí, personalmente, claro que probablemente no coincidamos, me llenaría de emoción saber que en mi completa ignorancia he alimentado, e incluso sigo alimentando, la alegría de una persona ajena. Y quizá sea sólo ése el mensaje que pretendo que te llegue. No puede haber algo más grande que el hecho de ayudar a crecer un sentimiento sin hacer nada. Un buen sentimiento. Porque detestaría todo aquello que pueda hacerte daño al igual que me alegra todo aquello que te hace feliz.
No conozco apenas nada de tu entorno. Sé con certeza que si te asomas al balcón en una noche como la de hoy probablemente no veas ninguna estrella. Quizá las cigarras te molesten. Yo las mataría a todas por ti.
Tuesday, September 11, 2012
Sé de sobra que no nos fabricaron para estar juntos. Tú llevas la etiqueta de no se qué historia, y la mía narra una muy diferente.
Al rozarnos, hay dos núcleos que chocan y comienzan a entrelazarse apasionadamente para enseguida separarse un milímetro y rebotar cada uno hacia un extremo sin tener la más mínima intención de volver a entrar en contacto por mucho tiempo.
Es una jodida puta mierda, pero es así.
Un día deseas reventar hasta el último huesecillo que compone mi cuerpo apretándome entre tus brazos, y al siguiente pagarías por tener asegurado que no volverás a cruzarte con esa mirada de la que soy dueña. La misma que ha custodiado minuciosamente la maravilla que supone cada detalle de tu piel a una distancia de tu rostro que ni siquiera me permitía respirar fácilmente, a la par que sentía escapar con fuerza de tu naricilla, casi como si de tus ultimos suspiros se tratase, un aire que chocaba, con la que queda a la altura de tus hombros, mi frente.
Y perderás, al igual que ya has perdido, tiempo en empeñarte que no soy la persona adecuada ni correcta. Que todo ha sido siempre un error. Que todo ha terminado siempre en una dulce catástrofe. Y qué cojones importa cómo sea o qué forma tenga ese persona correcta o adecuada, y para qué ibas a molestarte en buscarla mientras sigas pudiendo abrir los ojos cada mañana y saber una única cosa con certeza de todos los años que llevas viviendo, o viendo la vida pasar: que al único ser humano al que vas a poder agarrarte siempre que todo a tu puto alrededor te dé la espalda y se esté desmoronando, soy yo.
Tal vez lo único que suceda es que somos alérgicos. Yo a ti. Tú a mí. Necesitamos pasar una revisión para que un tercero nos lo remarque por escrito: "Eso NO. A eso NO te tienes que acercar. Eso NO se toca. Ni mucho menos se prueba, se muerde o se saborea. Eso está prohibido.". Pero mejor, que ni se moleste, porque me lo paso de putísima madre sáltandome a conciencia cada una de esas supuestas prohibiciones.
Y mientras tanto, y por siempre, que yo siga evaporándome entre las letras de esa canción a la que, diablos, no sé cómo coño no cambian el título y le ponen tu nombre, porque no puede llamarse de otra manera.
Y que el resto del planeta siga pensando lo que quiera. Todavía no han entendido por dónde nos metemos todo aquello que se atreven a conjeturar. Que nosotros ya tenemos garantizado ser los protagonistas de al menos uno de esos memorables y emotivos momentos, que cuando recuerdas sé que hace que esboces sin ni siquiera darte cuenta una de tus mejores sonrisas.
Wednesday, September 5, 2012
Una amiga y yo, hace un par de días, estábamos esperando
frente al ascensor de un antiguo edificio, justo cuando de él salió una
viejecita quejándose entre refunfuños de que habíamos dejado la puerta abierta
y éste no bajaba, por lo que a punto estuvo de subir
andando a su casa cargada de bolsas. La
viejecita que, a ojo, aparentaba tener unos ochenta y pico años, presumía de
una cabellera blanca, corta, escasa, enredada y cardada hacia arriba, de una
piel bastante arrugada y manchada por el paso de los años, y de unos débiles
huesos que apenas le permitían agacharse a recoger las bolsas de comida y los
cartones de leche que en el suelo reposaban. Mientras yo agarraba la puerta para mantenerla abierta y que ella
pudiese salir con facilidad, mi amiga, a la par que se disculpaba alegando que
desconocíamos el funcionamiento del ascensor ya que no vivíamos en ese edificio
y sólo estábamos allí para ver un piso en alquiler, ayudaba a la viejecita a
transportar todas las bolsas hasta la puerta de su casa. Las dos, en nuestro
acto más compasivo del día, le preguntamos si también necesitaba que las llevásemos
hasta dentro de su hogar, a lo que la viejecita, con una sonrisilla y un
entrañable tono de voz, contestó que no hacía falta y se disculpó por
habernos hablado de aquella manera al principio, añadiendo en su despedida un "a ver si acabamos siendo vecinas".
Más tarde, recordándolo, desperté toda la ternura que
se esconde en cada huequecillo de mi cuerpo y lo único que me limité
a pensar y desear fue que ojalá esa adorable viejecita viva feliz y saludable
los años de vida que quiera que sea que le queden. Incluso deseé su
inmortalidad, esa tan inalcanzable y que desde hace tanto tiempo anhelo yo
misma.
Y justo un pelín después, me pregunté si soy la única loca del planeta que alguna vez ha sentido algo así por alguien cuyo
rostro ni siquiera recuerda y a quien quizá seguramente no vuelva a ver.
Y ya, más tarde todavía, imaginando la manera en la
que aquella viejecita debió estar cagándose, mientras subía por
el ascensor, en toda nuestra familia sin
saber siquiera que aspecto o forma de ser teníamos, me di cuenta de lo gracioso
que me resulta pensar en la cantidad de veces que nos equivocamos al adjudicar
ciertas maneras de ser a gente que no conocemos de nada, lo que podemos llegar
a detestar a alguien sin haber cruzado
previa palabra, y cómo cambia la visión que teníamos acerca de una persona
después de haber mantenido con ella una mínima conversación. Al fin y al cabo,
terminamos siendo todos iguales.
Sunday, September 2, 2012
"(...) No me cabe duda de que muchas mujeres coincidirán conmigo en que los hombres más guapos son aquellos que lo ignoran. Sea por inconsciencia, por despiste o porque no le dan importancia a sus atractivos, carecen del síndrome de Narciso y, como consecuencia, tienen esa ausencia de vanidad en la mirada que los hace irresistibles. Estos, los que nos gustan más, para qué nos vamos a engañar, tienen pelo. Si están depiladitos, te los imaginas en la acción de depilarse y se te evapora la libido en un santiamén. Por supuesto, si tienen muchos pelos en la espalda que les haga confraternizar peligrosamente con el hombre lobo, mejor pasar la podadora; pero si el vello tiene el buen gusto de estar donde debe, en esos sexys y estratégicos lugares donde la naturaleza se encuentra con la lógica... ¡Ay! Don't touch it, please!"
Saturday, September 1, 2012
No, ahora en serio, ¿qué hay de los asesinos de almas, o… de los creadores de sonrisas? A menudo comparten profesión. Construir y destruir felicidad en enormes cantidades, ese es su hábito. Lo más curioso es que algunos lo llevan a cabo inconscientemente. Algunos, más bien la mayoría, lo hacen a diario sin haberse leído antes el manual que les explica cómo realizarlo. Son los seres más poderosos de la Tierra, y cuando construyen pocas veces se les reconoce algo, al igual que cuando destruyen, pocas veces se les recrimina algo. ¿Existe alguna cosa que pueda ser mejor o tan solo equipararse a ser el nombre y apellidos de la felicidad de alguien, sin saberlo? De la misma manera que… ¿Existe algo peor que ser el causante principal de la tristeza o decepción de alguien, sin saberlo?
Si muchas veces pienso que hay gente que de primeras se merece que repentinamente le cuelguen una medalla del cuello en reconocimiento a todo aquello bueno que hace sin saber, no son pocas las veces que he pensado que alguien merece también todo ese reconocimiento, pero justo por lo contrario. Una buena somanta repentina de bofetadas por todo el daño que ha causado.
El problema llega cuando ambas cosas se enzarzan, cuando la tristeza y la dicha vienen cogidas de la mano, provocadas por el mismo ser. ¿Qué debemos hacer con tal individuo, entonces? ¿Abofetearle para luego entregarle lo mejor de nosotros? ¿Reconocerle los subidones de felicidad causados por su culpa, para más tarde reprocharle la gran desgracia causada, también, por su culpa? ¿Entregarle una rosa para luego arrebatársela y pisotearla? ¿O, mejor, limitarte a asumir que eres el ser más gilipollas del planeta por permitir que alguien que verdaderamente jamás te ha aportado nada tenga ese enorme poder sobre tus sentimientos y estados de ánimo? Pero no espero obtener la respuesta acertada a todo este conjunto de preguntas. Al menos no por parte de un cerebro humano. Dado que creo que precisamente nos caracteriza ser la raza más masoca, pues dudo que cualquier animal vaya, como muchos de nosotros, correteando detrás de alguien o algo que le ha hecho, e incluso le sigue haciendo daño.
Y concretamente, en cuanto a ti, que nunca he sabido ni sabré muy bien qué grupo asignarte de los dos que menciono al principio, ya que tal vez seas esa mezcla de ambos que menciono al final… Sólo puedo decir que no hay día que te vea pasar por delante y me tenga que aguantar las ganas de gritarte "¡¡¡Tienes un don y es un crimen que la gente no lo vea!!!".
Wednesday, August 29, 2012
Tuesday, August 28, 2012
(...) Cuando pienso que no me apetece una puta mierda quedarme toda la noche estudiando porque al día siguiente tengo examen, me acuerdo de que dentro de no tantos años anhelaré precisamente ese momento y desearé tener el libro de cualquier tipo de materia delante, para perder horas y horas de vida con él. Y se me meten en el cuerpo unas putas ganas de seguir aprendiendo cosas, aunque esas cosas me resulten totalmente indiferentes, que hasta me siento afortunada de tener la obligación de memorizarme un libro entero de pe a pa que no me interesa una puta mierda. Hasta me apetece locamente abrir ese libro y leer cosas aburridas. Leer cosas aburridísimas que, como todo estudiante, seguro pienso que no me servirán para nada.
Me siento afortunada de tener la posibilidad de presentarme a un examen, y de cagarme mentalmente en toda la familia del profesor por lo dificilísimo que supuestamente lo ha puesto. Me siento afortunada de tener la oportunidad y el 'placer' de creerme la personas más desdichada y sobre la que más injusticia ha caído, sólo por el mero hecho de haber suspendido un examen. Me siento afortunada de haber ido a un colegio y de más o menos haber podido elegir que estudiar después. Me siento afortunada de desear pegarme un tiro cuando un profesor pronuncia mi nombre como candidata a la hora de hacer una exposición o responder a cualquier pregunta. Me siento afortunada de creer que se acaba el mundo la tarde antes a un examen hostia. Hay gente que no sabe ni que es un libro.
Thursday, August 23, 2012
"Se supone que no había que tomarlo todo de forma tan literal. Es una bella historia la de Adán y Eva. Está repleta de moralidad, pero esperar que un adulto se lo crea, vaya… Es una bella historia.
El catolicismo está basado en un error de traducción. ¿Estás ocupado? Te contaré toda la historia; al traducir la palabra "muchacha" del hebreo los eruditos de la Septuaginta usaron por error la palabra "virgen" en griego. Fue fácil cometer este error ya que no había más que una diferencia sutil en la ortografía.
Y entonces inventaron la profecía que dice "he aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo". ¿Lo entiendes? Fue la palabra "virgen" la que llamó la atención. No son todos los días que una virgen concibe y da a luz un hijo.
Ahora espera unos cuantos siglos y, mira por dónde, aparece la "Sagrada Iglesia Católica"... Lo que te digo es que no sólo porque esté escrito tiene que ser verdad; eso da esperanza. No importa si es verdad o mentira, a la gente le gusta creer en algo."
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