Estaba deseando empezar mi nueva vida, una nueva vida en la que gracias a dios he conocido a personas maravillosas. Y en la que no se quién ni por qué decidió que aparecieras tú. Lo cierto es que fuiste un añadido que me dio un gran motivo más por el que abrir los ojos cada mañana. Y es que no sé cuándo ni cómo decidí que necesitaba a alguien a mi lado para ser feliz. No sé en qué momento me convencí de que sin la compañía de un hombre no me iba a sentir completamente 'llena'. Y si te digo que me acostaba todas las noches dando gracias por tenerte, creételo porque fue así desde el principio.
Había un enorme vacío en mí que comenzaste a rellenar a un ritmo increíblemente acelerado, que muy pronto cesó y volvió a disminuir. Fuiste tú quien me devolvió la ilusión y a quien quise atarme para no separarme en mucho tiempo.
Supongo que no entiendes lo que has sido para mí, a pesar de todo.
No entiendes lo que necesitaba todo el cariño que tú me has dado. Lo que necesitaba tus mimos, estar entre los brazos de alguien, y pensé, que por fortuna, en los tuyos. Y de fortuna nada, por desgracia.
Lo único que realmente sé de ti, no es que no sepas tratar a una mujer ni a alguien que te quiere, es que no tienes ni idea de tratar a una persona. Hacer daño ha sido tu pasatiempo favorito, ya fuese intencionadamente o no. Ver como cada vez me rompías un poquito más por dentro, dejar que me hundiese hasta el fondo, sin haber tenido ni una vez la intención de salvarme.
No sé por qué te he querido, y no solo eso, te he querido como hacía tiempo que no quería a nadie, he sentido de nuevo cosas que ya había olvidado. Ya ves... he llegado a pensar que el mundo es un poco menos malo porque existes.
Lo ridícula y decepcionada que me siento imagino que no hay cuerpo que pueda soportarlo.
Pero aquí estoy una vez más en la historia de mi vida preguntándome qué hice tan mal para merecerme esto. Intentando comprender cómo a alguien a quien se lo he querido dar todo me ha despreciado y humillado de tal forma.
A veces pienso que ha sido tu cobarde manera de desprenderte de mí por ser incapaz de decirme un "adiós" en condiciones. Me has machacado sin cesar hasta conseguir que yo misma decidiera que no podía soportarlo más.
Pues aquí me tienes, en el punto al que por lo visto ansiabas que llegase. Aquí estoy, con mi almohada empapada en lágrimas, con mi corazón, mis sentimientos y todas mis buenas intenciones hechas pedacitos, acojonada por si alguien aparece en mi vida y vuelve a hacer lo que has hecho tú. Muerta de pánico por si continúo desprendiendo y dando amor a quien no se lo merece sin saberlo. Gracias, porque de algún modo creo que me has hecho ser más fuerte, y es lo que realmente necesito.
No sé con qué quedarme de estos últimos meses, no sé que guardar para el recuerdo, no sé que ha quedado de ti. No sé quién eres, ni qué ha sido esto. Y desearía que no fuese así. Me abraza una gran tristeza que lleva tu nombre...
Gracias, también, por los pequeños momentos de gloria que me has dado. Tengo no sé si la tremenda virtud o el enorme defecto de tender a aferrarme a lo bueno que haya habido, por escaso que sea. Y desde luego, ha sido muy poco, pero no por ello lo olvido... Sabes que eres diminuto pero lo que despertaste en mí es muy grande.