Cómo me gusta ser tan poco rencorosa y quedarme siempre con lo mejor de las personas. ¡Aprendo tanto de ellas! Me aportan todas pequeños pedazos que después junto y mezclo y de los cuales extraigo una enorme lista de grandes cosas. Realizo una especie de síntesis formada por un poco de cada uno y me la guardo para mí, y aseguro que le saco mucho provecho. Luego hay personas tan insulsas y aburridas, tan desgarbadas y corrientes, de las que no aprendo nada, o a las que quizá por cualquier circunstancia no he conseguido exprimir todo el jugo, no sé, pero eso me da pena. Me daría pena ser alguna de esas personas que ni siquiera dejan un minúsculo recuerdo en tu memoria. Y luego también hay personas tan malas, tan interesadas y tan hipócritas, que yo misma me encargo de estar segura de que están bien alejadas de mí. Y a las que aunque pudieran, ni siquiera dejaría formar parte de mis recuerdos o de esas cosas tan geniales que aprendo. Muchas veces he oído que a las personas mayores, cuando miran atrás y hacen un pequeño balance de todo, les suele costar demasiado soportar el peso de las cosas 'malas' que les han sucedido. Y enseguida me centro en mí y pienso y me auto-garantizo que jamás me ocurrirá algo así. ¡Jamás dejaré que el recuerdo de algo malo domine sobre el resto de cosas buenas que me hayan sucedido! De hecho, jamás permitiré que mi memoria retenga un recuerdo malo. Lo guardaré siempre todo de la más positiva manera posible.
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